En el apartado “Introducción” se indica que el objetivo de los contenidos que forman parte de la presente web, es la divulgación de la evolución reciente de los Aparatos Glaciares de los Pirineos, tomando como base los inventarios y catalogaciones del año 1982-1985, hasta el cierre de la campaña glaciológica del 2024 (Jordi Camins 1982-1985 y 2024).
En motivo de que no se incluyan aparatos glaciares ni macizos que formen parte del Principado de Andorra, es consecuencia de que en el inventario original (1982-1985), ya no se localizaron restos de hielo glaciar en ninguno de los sectores donde hubiera sido posible su conservación.
En el apartado “Antecedentes” se señala la importancia y extensión de los glaciares pirenaicos durante la última glaciación del Cuaternario (-80 a -18.000 años), período en que también adquirieron un gran desarrollo los glaciares que modelaron los actuales valles andorranos, cuando los límites de las nieves permanentes se situaron a una altitud aproximada de entre 2.000 y 2.200 metros, según la orientación, lo que permitía amplias zonas de alimentación glaciar hasta las cotas máximas del Principado, que superan los 2.900 metros. Desde ellas, extensas lenguas glaciares fluían por los valles, dibujando un territorio de parecidas características a la que nos ofrecen en la actualidad los glaciares del Himalaya.
El Glaciar de la Gran Valira, denominación del tramo final conjunto del Valira d’Orient y Valira del Nord, fue el que adquirió un mayor desarrollo, desde su origen más alejado, en el Circ dels Pessons, punto de nacimiento del Valira d’Orient, hasta su frente a 960 metros de altitud, en la actual zona de La Margineda. El glaciar alcanzó una longitud de casi 29,5 Km, aunque en los períodos de máxima pulsación, es probable que la lengua de hielo se extendiera otros 2,5 km, hasta superar la actual ubicación de la población de Sant Julià de Lòria.
Tampoco defraudó en espesor del hielo, que a la par de los demás glaciares de la vertiente meridional pirenaica, se aproximó a los 500 m. Testigo y muestra de ello, lo constituyen las dos bien conservadas morrenas marginales izquierdas del glaciar, que mantienen aprisionado el Estany d’Engolasters, en las proximidades de la confluencia del Valira del Nord i d’Orient. Ambas morrenas, cubiertas actualmente de un bien conservado bosque de coníferas, indican el espesor máximo del glaciar en dos momentos diferentes de la última glaciación.
El Glaciar del Valira d’Orient era el principal de los brazos del Glaciar del Gran Valira. Sus actuales valles laterales, entonces ocupados por lenguas glaciares, le aportaban significativas masas de hielo. Destacó entre todas ellas la del Glaciar Valira del Nord, producto a la vez de la confluencia de los Glaciares de Ordino y Arinsal, que desde sus zonas de alimentación, hasta que juntos se unieron al del Valira d’Orient, alcanzaron longitudes próximas a los 20 km. El Glaciar de Ordino tuvo sus cabeceras principales en las Comas de Rat, Tristaina, Font Blanca y Sorteny. El de Arinsal, de menor recorrido, se formó en las cabeceras del actual Parc Natural de les Valls de Comapedrosa.
Las diferentes pulsaciones de la última glaciación, con períodos de mayor y menor extensión de las lenguas glaciares, permitió que unas obstruyeran el agua de deshielo de las procedentes de valles tributarios, que tenían sus frentes a cotas superiores, originándose lagos de diferentes extensiones. Destacó entre ellos el Lago de la Massana, posteriormente recubierto por los sedimentos, en el sector donde se encuentra asentada la población del mismo nombre y sus alrededores, producto de la retención de las aguas del deshielo del Glaciar del Valira del Nord, obstruidas por la lengua de hielo del Glaciar Valira d’Orient.
En el sector del Pas de la Casa, límite de Andorra con la Alta Cerdaña (Llengüadoc), en el Estany de les Abelletes y la confluencia entre los Pics Blanc y Negre d’Envalira, tiene sus actuales fuentes el Rio Ariège. Durante la última glaciación fue la zona de alimentación originaria del Glaciar de l’Ariège, que alcanzó una longitud de 52 Km (Jaime Bordonau 1992), dimensiones en consonancia con las de los glaciares de la vertiente septentrional de los Pirineos.
En lo que se refiere al posible desarrollo de glaciares en Andorra, durante la reciente etapa de la Pequeña Edad del Hielo (años 1350 a 1850), sin haber realizado observaciones concretas, o conocer estudios al respecto, no se aprecian a primera vista restos morrénicos que puedan confirmar la existencia de actividad glaciar, aunque las condiciones orográficas y de altitud, deberían de haber sido suficientes para permitir, como mínimo la formación y persistencia de heleros.