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Criosfera Pirineos

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Cataluña

El objetivo de los contenidos que forman parte de la presente web, es la divulgación de la evolución reciente de los Aparatos Glaciares de los Pirineos, tomando como base los inventarios y catalogaciones del año 1982-1985, hasta el cierre de la campaña glaciológica de 2024 (Jordi Camins 1982-1985 y 2024).

Un único aparato glaciar en territorio catalán formó parte del inventario inicial, el de Feixant – La Tallada, catalogado entonces como helero. Se encontraba ubicado en el Valle de Mulleres, en el límite más occidental de la Comunidad Autónoma de Cataluña – Valle de Arán.

La breve reseña de como evolucionó hasta extinguirse en el año 1990 el último aparato glaciar de Cataluña, está descrita en el apartado “B” correspondiente al Macizo de Aneto-Maladeta, Aparato Glaciar número 2, Feixant – La Tallada.

Durante la última glaciación del Cuaternario (-80 a -18.000 años), los glaciares pirenaicos se desarrollaron de forma extensa, y entre ellos los del Pirineo Catalán, tanto en su reducida vertiente septentrional como en la extensa meridional, desde los límites del Macizo de Aneto-Maladeta, con el Macizo de Besiberri como protagonista al oeste, hasta la Pica de Canigó, a solamente 50 km del Mar Mediterráneo.

Además de en el Macizo de Besiberri, los glaciares ocuparon los circos y valles de los sectores de Punta Alta, Colomers, Saboredo, Peguera, Subenuix, Pessó, Montseny de Pallars, Mont-Roig, Certascán, Pica d’Estats y Monteixo al oeste de Andorra. Destacando al este, los circundantes a la Tossa Plana de Lles, Puigpedrós, Puigmal, Bastiments y Canigó, entre otros.

En la Fase de Máximo Glaciar (-50 a -45.000 años), en las cabeceras de la vertiente septentrional catalana (Valle de Arán), progresó el Glaciar de la Garona, que con 66 km de longitud se convirtió en el mayor de los glaciares pirenaicos. Entre las actuales poblaciones de Viella y Bossost, alcanzó su máximo espesor de 800 metros (Bordonau, 1985), gracias a las aportaciones de diversos glaciares tributarios.

En la vertiente meridional, el glaciar más extenso de los Pirineos de Cataluña y de toda la cordillera, con una longitud que superaba los 50 km fue el de la Noguera Pallaresa (Brú et al., 1985), alimentado asimismo por un gran número de aportaciones de hielo desde los valles de sus márgenes.

Los frentes de las lenguas glaciares en la vertiente meridional, se situaban entonces a altitudes de entre 800 i 1.000 metros. A modo de ejemplo, el Glaciar de la Noguera Ribagorzana, del que había formado parte el sector de Feixant – La Tallada, con una longitud de 27 km finalizaba a 980 metros, y el de la Noguera de Tor a 890 metros (Vilaplana 1983), en las proximidades de la población de Vilaller el primero, y a unos 3 km de Pont de Suert el segundo, sin que ambos llegaran a confluir.

Entre los ejemplos del Pirineo Oriental Catalán, destacó en la Cerdaña el Glaciar del Querol, también con una longitud de 27 Km (Taillefer, 1969), alcanzando su frente la actual localidad de Puigcerdá.

La actividad de aquellos enormes glaciares, modeló en Cataluña importantes cubetas de sobre excavación como la de Barruera (Noguera de Tor), Bono (Noguera Ribagorzana) o Esterri d’Aneu (Noguera Pallaresa), sin olvidar los innumerables “estanys” que decoran por doquier los altos circos de todos los macizos.

En fases y episodios posteriores, los glaciares pirenaicos catalanes, al compás de los de toda la cordillera, sufrieron considerables pérdidas de volumen y retrocesos muy destacados, quedando mayoritariamente recluidos en sus circos hace unos 13 mil años.

En todo el Pirineo Catalán, a alturas superiores a unos 2.000 metros, podemos disfrutar de la presencia de morrenas de glaciares rocosos, originados hace entre 11 y 10.000 años, probablemente como consecuencia de unas condiciones climáticas frías y secas, en las que el aporte de material de erosión sobre los glaciares existentes, superó en volumen al hielo formado a partir de las escasas precipitaciones de nieve. La permanencia del hielo glaciar entre las capas del mencionado material, posibilita el movimiento de los glaciares rocosos. Observaciones y estudios actuales, tienen como objetivo confirmar la posible existencia de hielo en el Glaciar Rocoso de Besiberri (vertiente norte del Pico Besiberri Sur), y en su caso su extensión y actividad.

Desaparecidos en épocas históricas los glaciares del Pirineo Catalán, algunos restos morrénicos confirmarían la formación de nuevos pequeños glaciares durante la Pequeña Edad del Hielo (siglos XIV a XIX), al menos en los macizos de Pica d’Estats, Colomers y más que probablemente Bessiberri, acompañados de diversos heleros en estos y otros altos macizos catalanes.

Independientemente de lo mencionado sobre el Glaciar Rocoso de Besiberri y el Helero de Feixant – La Tallada, y antes del inicio del inventario y catalogación de 1982-1985, los últimos restos de hielo residual en Catalunya, se extinguieron en los sectores de Como lo Forno y Brecha Peyta (vertiente norte del Pico Besiberri Norte), en el Macizo del mismo nombre.